Hablando del espacio. (para un museo)

Kersten Geers
Librito para la exposición 'Nuevas adquisiciones' de Sandra Gamarra Heshiki en la Galería Lucia de la Puente en Lima, Perú, 2006

1.

El museo LiMac de PRODUCTORA habla del espacio. Aunque pareciera evidente, hoy en día no es tan obvio y menos cuando hablamos de arquitectura.

En la idea de desarrollar el espacio del museo en un contenedor rectangular subterráneo, organizado de forma gradual por una serie de columnas de base creciente, se tomaba una posición decisiva. En primer lugar, el edificio responde a las exigencias programáticas y en segundo, es una tipología espacial. En paralelo es importante entender de lo que NO trata este edificio. Cuidadosamente, el LiMac evita hablar de la apariencia del museo y de cómo se representa a sí mismo. Claro está que uno podría argumentar que es inevitable dado el contexto en el que está insertado. No lo conozco y me atrevería a decir que considero poco importante conocerlo. Aunque tenga posibles nexos con su entorno, el museo es concebido desde dentro. Se basa en una consciente tipología espacial que tan solo roza vagamente el tema del contexto. El museo ha sido desarrollado como entidad subterránea. El proyecto parece ser más escarbado que implantado.

De nuevo, lo que cuenta es lo que queda al descubierto. La arquitectura deviene en todo lo que se quita, todo lo que se sustrae. Así, lo que está abierto, lo que resulta, se convierte en el actor principal: el espacio del museo. Sin embargo, la metáfora de la excavación sigue siendo ambigua. Las propias columnas lo contradicen. Su distribución nos remite a la idea de la gran sala hipóstila, con columnas gigantes en una retícula racional.

El concepto del museo del LiMac, diría, tiene cierta semejanza. Lo único es que aquí, el tamaño de las columnas cambia de forma dramática, lo que genera un efecto diferente. Es esta particularidad la que confunde la percepción: el edificio aparece a la vez como lugar excavado y como espacio dominado por un estricto principio regulador.

2.

En los primeros años de la década de los setenta, el presentar un museo del espacio o mostrar el espacio del museo por sí mismo, no era tan revolucionario. El Museo - altamente influenciado por los intereses y principios espaciales de los artistas de la misma década - se presentaba en primer lugar como una colección de espacios organizados por un juego inteligente de elementos arquitectónicos. Recuerdo el maravilloso diseño de Hans Hollein para el museo en Monchengladbach, concebido como una organización intrincada de grandes espacios cúbicos y vastos pasillos rectangulares insertos en una retícula de columnas rígidas. Este proyecto se adelantaba a la discusión sobre la apariencia deseada para edificios museísticos. Despistados por esta problemática, difícilmente se entiende que la verdadera calidad del trabajo se encuentra en su organización espacial. Los ingeniosos diseños de fachada se llevan siempre todos los créditos.

PRODUCTORA entendió este problema y se dio cuenta que la única manera de contrarrestar el actual status quo de la arquitectura museal, era hacer que la arquitectura del museo desapareciese. La arquitectura del LiMac no está presente. No está visible, y solamente puedes estar en la arquitectura. El museo se presenta otra vez como organización espacial.

3.

El proyecto presenta un acto entre escarbar y construir. De hecho, la mejor manera de entender el proceso de pensamientos del arquitecto y la evolución del diseño es analizando la propuesta preliminar del museo. En esta primera variante del proyecto, se indagaron las diferentes maneras de definir espacios a través de elementos arquitectónicos (la esquina, el muro, la puerta etc.). Observando esta primera variante se entiende que el segundo proyecto - el proyecto actual - es una versión más avanzada de la misma; un refinamiento de las diferentes experiencias y organizaciones espaciales desarrolladas en la primera propuesta. El truco introducido por los arquitectos es organizar las diferentes tipologías espaciales en el gradiente dimensional. Esta reorganización pretende convertir el museo en un campo abierto con diferentes direcciones. Genera un concepto que se desliza desde un espacio abierto con columnas a un conjunto de salas. Implícitamente, la tipología elegida es la del cuarto. Así, el proyecto demuestra ser una clara reacción contra el museo como icono reconocible y logotipo para el arte contemporáneo. Contemplando las diferentes formas de contención, el LiMac nos devuelve la esencia de la arquitectura museal: el museo como receptáculo del arte.

 

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