El Verano Que Nunca Fue

Una museografía en un espacio como el Laboratorio Arte Alameda lidia inevitablemente con la fricción entre la fragilidad de la intervención temporal y la permanencia y masividad del edificio histórico. La propuesta reinterpreta los anchos contrafuertes del Laboratorio de Arte Alameda, generando una suerte de ‘muros vacíos’ mediante gabinetes estándares en color azul. Estos nuevos ‘muros’ definen recorridos y recovecos y proveen los respaldos y espacios técnicos para la muestra de audiovisuales. Su presencia volumétrica (muros de 60 cm de ancho) busca un dialogo con los monumentales espacios del Laboratorio; mientras que, entre sus repisas abiertas, se logran percibir todavía los murales de lo que fue el Convento de San Diego en el siglo XVI.

La modularidad de los estantes (elementos de 60 x 120 cm) permite la creación de diversas configuraciones, y de ser montados y desmontados fácilmente sin anclarse al piso ni a las paredes, lo que también posibilita su segunda vida en otras salas de museo o como gabinetes o libreros. Se escogieron 3 diferentes materiales para recubrirlos: paneles madera en color azul para dividir espacios, bastidores forrados de tela de color blanco cuando fungen como pantallas de proyección, y superficies de fieltro cuando se requiere absorción del sonido que rebota por las altas cúpulas del espacio.

La muestra videográfica “El verano que nunca fue” reúne obra del acervo fílmico de la Colección Isabel y Agustín Coppel AC (CIAC) y se compone por obra de Tacita Dean y Jonathan Monk (Reino Unido); Melanie Smith (Reino Unido / México); David Hammons, Doug Aitken, Gary Hill y Diana Thater (Estados Unidos); Miguel Rael (España); Shirin Neshat (Irán); Francis Alÿs (Bélgica / México); David Lamelas (Argentina); Pierre Huyghe (Francia); Mircea Cantor (Rumania); Superflex (Dinamarca); Anri Sala (Albania); y Damián Ortega, Fernando Ortega, Mario García Torres y Mauricio Alejo (México).