Concurso Bélgorod

Las normativas municipales suelen regular los materiales de las fachadas, la altura de los edificios y los retranqueos hacia las calles circundantes, dejando a menudo la parte trasera como una amalgama heterogénea de áreas de servicio y contornos irregulares. En esta propuesta, el énfasis se centra precisamente en el interior de la manzana, donde la definición de un límite claro y una materialidad específica se convierten en aspectos clave para generar una propuesta urbana sólida e innovadora.

Actualmente, la distribución dispersa de volúmenes en las manzanas urbanas de Bélgorod deja espacios restantes indefinidos y fragmentados: un laberinto irregular que se llena indistintamente con calles interiores, aparcamientos y zonas verdes, sin una clara definición espacial. Al unir todos estos espacios sobrantes en una figura claramente definida, se crea una plaza enorme interior de más de 200 x 70 metros. Este parque rectangular se convertirá en un potente espacio público que define el carácter interior de la manzana. Al rotar este rectángulo según el trazado histórico de Bélgorod, se crea un juego entre el trazado urbano exterior y el vacío a su interior.

Las áreas, en forma de cuña, entre las calles exteriores y el parque interior se completan con una densa composición de viviendas urbanas eficientes: todas con formas y orientaciones diferentes, pero basadas en los mismos espacios en eficientes forma de ‘U’ que miran a las calles circundantes, encierran jardines privados y definen un lujoso vestíbulo de entrada. Mientras que los volúmenes de las viviendas están revestidos de estuco blanco, recuperando el significado lingüístico original de la «ciudad blanca» de Bélgorod, las fachadas que dan al magnífico patio interior están cubiertas con láminas de latón y adornadas con amplios balcones. La combinación de estas elegantes fachadas interiores con una precisa cuadrícula de abedules en el parque crea un entorno urbano con un carácter memorable.